jueves, 8 de diciembre de 2011

Lioness: Escondidas pero sin tesoros.


Cuando revisamos la lista de grandes leyendas de la música, nos encontramos con una serie de similitudes, casi como si fuesen un requisito preestablecido que dictara quien pasará o no a la posteridad. La más común: ser amigo incondicional de los vicios y adicciones y morir a una edad inexorablemente temprana.



La muerte de Amy Wineouse, en este tenor, significó para muchos el pretexto perfecto para voltear a ver el trabajo de una artista que fue,  en su tiempo ya de decadencia, terriblemente olvidado, ridiculizado e incluso menospreciado por la mayoría de las audiencias. Después del trágico incidente, muchos recordaron que la artista existía y se declararon sus fanáticos acérrimos, a pesar de que años atrás, cuando la cantante se encontraba con vida, jamás dieron señal de interesarse por el desganado ánimo de aquella pobre mujer, adicta sí, pero con un quehacer artístico inquietantemente dramático.

En lo personal, la muerte de Amy Winehouse provocó un duro golpe en mi discurrente ilusión. Como admirador empedernido, crecí a lado de sus azuladas vocalizaciones y descubrí así el dulce éxtasis que representan todas esa voces altivas del soul y el jazz. Amy me acompaño en todo momento; desde una caminata casual por la calle (Cherry), pasando por grandes etapas de enamoramiento (You Sent Me Flying), intempestivas noches de corazones rotos (Back To Black) e incluso dolorosos duelos familiares (Some Unholy War).

En sus últimos días, me molestaba de sobremanera el ataque continuo de los medios, que no dejaban de acusarla por su ingesta desmedida de alcohol y drogas. Era un alma en pena, que necesitaba ayuda, necesitaba una mano amiga; por desgracia todos conocemos como acabó la historia.



Hace unos meses se anunció el lanzamiento de un disco recopilatorio póstumo (Lioness: Hidden Treasures), que contendría varias de las pistas que se encontraba grabando la cantante en el momento de su muerte, así como algunas grabaciones perdidas y versiones alternativas. Esta noticia causó gran expectativa entre sus admiradores, quienes esperábamos con ansias poder escuchar aquel último dorado esfuerzo vocal que dejó plasmado la ilustre diva.

Hace 2 días, llegó a  mis manos el tan esperado álbum y para ser sincero… ahora me resulta un tanto irrelevante. Sí, quizá yo exageré creyendo que Amy nos deleitaría con una obra magistral, algo así como lo hizo Janis Joplin con Pearl. y por ello el producto en cuestión no me impresiona tanto. No me lo tomen a mal, las canciones son excelentes pero en conjunto no tienen cohesión alguna. En algunas tomas se escucha  a una Amy vivaz y juvenil y en otras se alcanza a escuchar el lamento de una voz madura y un tanto acongojada. Sigo amando a Amy, simplemente Lioness me parece un compendio de múltiples curiosidades, más que de tesoros. 



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