domingo, 11 de diciembre de 2011

Salvando a un árbol surrealista

Subí a tus brazos con suave desempeño, en felina forma me acurruque en rugosos besos, mientras contemplaba la inmensidad del cielo en tu atolondrada compañía. 


Pero el ventarrón de fierro se ubicó en el techo, acabando con la inmensidad de tu verde eterno, con la avaricia desmedida de conseguir derrotarte en tu futil lecho. 


Quiero salvarte del ultrajado arte de un empresario del averno, quiero acallar sus flagelantes aspiraciones y poder acuchillarle con el mismo ardor con que él mancillas tus astillas. Pero despierto y recuerdo que ninguno de los dos es real.



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