miércoles, 28 de septiembre de 2011

Anhelo.

Ya no anhelo juventud, anhelo conocimiento. Las bellezas del planeta no permanecen cuadradas en mi entendimiento. Soy disperso, quiero lucha pero me permito el sueño.

A pesar de la justicia, liviana y siempre tibia, deseo la prosperidad de los valores en mi vida. Lucho por libertades, aunque la independencia sea una tramposa maraña ideal en la penumbra.

Leo la Biblia, pero también los periódicos que me mantienen presa del escrutinio de los necios.

Quiero paz, pero me permito placeres envueltos en viciosos y diabólicos sabores.

Hecho de menos la infancia, mi cuerpo plagado de inocencia se descubría entre principios naturales juguetones. Hasta que maduras, te enseñan a ser lógico, satánico. 

A la resistencia El mundo la consume con insultos administrativos, van lanzando rocas de sus bocas: fanático, radical… eres un animal. Nombran un nuevo músculos y te designan como su cáncer.

Somos conscientes de la  violencia, por ello anhelamos escape. Cuando te sacudes en cobardía te nombran piadoso y cuando ere valiente, sobresales como criminal. 

“Sé único, consume”; la hipocresía del mundo extremista. La cadena más fuerte que te ata a su progreso: Se alguien, haciendo nada.


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