domingo, 16 de octubre de 2011

Una Hiena en el Corona :D

Mi exacerbado gusto por la música, me permitió acudir anoche al festival Corona Capital en su segunda edición en Ciudad de México. Aquí les dejo MI PARTICULAR experiencia, dentro del concurrido evento.




Por compromisos que no me es posible revelarles (quizá en un futuro), me fue imposible alcanzar la apertura del evento, perdiendo así a los mexicanos Little Ethiopia, Black Fo y Madame Recamier. Aunque por fortuna, sí alcance a presenciar a una Javiera Mena totalmente enérgica que deleito a los asistentes con sus mejores interpretaciones, incluyendo su ya famoso cover "Yo no te pido la Luna", el cual destaco de entre sus varias interpretaciones. Acto seguido, fui ataviado por las alegres melodías de los chicos de Torreblanca, quienes además se hicieron acompañar de Enrique Rángel Arroyo, conntrabajista de Café Tacvba. 


Quien sorprendió y no precisamente por su música fue Ximena Sariñana, pues congregó a una cantidad indescriptible de espectadores; su presentación no tuvo nada de mediocre (en todo sentido), pero al momento de ser acompañada por Natalia Laforucade para formar un dueto, la segunda demostró un superior manejo de la voz, no quisiera decirlo pero sí, la opaco. Después, intenté recorrer los diferentes expendios en busca de comida, para únicamente percatarme de la inexistencia de una alternativa vegetariana en el menú del Festival. 



Para conmemorar la ausencia de mi padre (por extraño que parezca, quería asistir al evento), admiré a unos Orchestral Maneouvres In The Dark (OMD para los neófitos) que pusieron a bailar a todos los asistentes durante casi una hora y además se ofrecieron en total comunión como ningún otro a su público, el mejor acto que pude VER en el día. Cuarenta minutos después, se presentó la neoyorquina Santigold, quien igualmente ofreció un espectáculo de proporciones oníricas, aderezado por sus peculiares coristas/bailarinas. Aunado a eso, invitó a algunos afortunados miembros de la audiencia a subir al escenario, para acompañarla en un número. De los mejores momentos de mi jornada. 


Quizá me reventé demasiado en Santigold o simplemente regresó mi apatía habitual, no lo sé, pero después de aquel despliegue de belleza oscura no volví a sentirme tan animado. Me retiré a un Moby bastante indiferente, que si bien cumplió con un espectáculo de bastante calidad, no me llevó jamás a lo extraordinario. Aunque he de admitir que The Rapture sí me hizo brincar de un lado a otro cual simio dopado al ritmo de sus pegajosos beats, el tiempo que los escuché fue muy, pero muy reducido. 

Para cuando llegué a Portishead, fui presa de la masa gigante de personas que no me permitieron observar absolutamente nada del espectáculo; eso sí, puedo decirles que Beth Gibbons y compañía se escuchaban fenomenales. Para hacer mi presencia en aquel escenario un poco más tortuosa, se logró una gran confusión entre los cientos de espectadores que intentaban salir y aquellos que querían obtener un mejor lugar, el resultado: millones de cuerpos moviéndose a mi alrededor, llevando mi pobre persona de de un lado a otro. Lo que salvó aquella presentación, fue sin duda el encore de tres canciones que el grupo extraordinariamente interpretó, con el adicional de que mucha gente ya había abandonado el recinto para ese entonces, permitiéndome una vista bastante aceptable. Puedo confesar que mi cuerpo voló sobre la ciudad de México  durante aquellos severos minutos, pues Portishead es uno de esos grupos que pueden llevarte de un viaje extra-corporal sin la necesidad de ingerir sustancias nocivas ilegales (NO, no las consumo). 



Para no decir que me fui sin escuchar a The Strokes, me dirigí con toda calma al escenario principal, me tendí en el pasto cual cerdo y disfruté de su música a una distancia considerablemente larga, todo acompañado de un buen tabaco. Lo siento, pero la hiena ya estaba abatida.

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