Antes que nada, me permito informales que soy católico y acepto a Jesucristo como mi salvador…
Ahora bien, cuando escuché “concierto de música católica”, de inmediato me vino a la mente la imagen de aquel tipo robusto y bajito sujetando animosamente su guitarra mientras cantaba sobre los mil y un actos de la caridad del Señor, éso más un auditorio lleno de gente admirando placidamente su acto.
Me equivoqué…
Para empezar, al llegar al Auditorio pude notar un ánimo un tanto inusual en todos los presentes. Se encontraban en tal estado de éxtasis que cualquiera hubiese pensado que en lugar de escuchar cánticos religiosos, iban a presenciar la presentación de algún ídolo juvenil formado a la J Beiber. Para cuando estaba ingresando, pude observar a un eclesiástico que, cual verdulero de tianguis, gritaba: “¡Pasen a Confesarse! Tenemos cinco sacerdotes de cada lado…”. Dentro ,la gente no paraba de vociferar y saltar, sólo les faltaba hacer malabares. Se notaba en sus rostros una convicción casi sobrehumana, realmente amaban a Dios.
Ahora viene mi conflicto; yo también amo a Dios, pero consideró en verdad ridículas actitudes semejantes. Un amigo mío utilizó el término “fanáticos” para describir al público que nos acompañaba. Quizá sea un poco duro, pero la exageración debió haber sido frenada en algún momento. Ni siquiera cuando el Obispo salió para dar comienzo a la adoración hubo silencio, donde se supone que se vive un momento de respeto y debe existir un silencio sagrado. Gente que no ha vivido realmente una experiencia religiosa y está desesperada por tenerla.
Sólo como un plus a mis pormenores, la música era irritante y repetitiva. Los artistas se caracterizaron por su poca originalidad al componer y enfocarse en puntos bastante superficiales de la religión.
Entiendo que cada quien tenga su propia forma de adorar al Señor, pero es por este tipo de conductas que la Iglesia Católica pierde cada vez más adeptos. La religión no se trata de sufrir, sino de vivir ¿Cabe en nosotros esa responsabilidad de orientarlos a un mejor tratamiento de la espiritualidad o sólo aplicamos el viejo dicho de “vive y deja vivir”?
Mi conclusión esa noche: esa no es mi Iglesia…
No hay comentarios:
Publicar un comentario