sábado, 17 de septiembre de 2011

Rebelarse Vende.

Extracto de un artículo que escribí hace ya unos años. El título es tomado de otro libro, en el que me basé para escribirles ésto.


Hace unos cuantos años, mi nivel de autoestima se encontraba en números rojos y mi habilidad para relacionarme con mis contemporáneos me hizo recurrir desesperadamente a unirme a las filas de una "tribu urbana". Los atuendos negros  y estampados de calavera eran esenciales en mi guardarropa, sólo las guitarras estridentes eran dignas de pasar a través  de mis tímpanos y me caracterizaba por un fleco de pelo gigantesco que me cubría gran parte del rostro.

 Años después, ya habiendo superado mis problemas de comunicación emocional, me di a la tarea de presupuestar todos los gastos que me había acarreado en la dolosa pubertad. Obtuve el sueldo anual mi padre únicamente en artículos de ropa y accesorios, sin contar perforaciones y mercancía de grupos musicales. De no haber realizado todos esos gastos innecesarios, hubiese podido cumplir mi sueño de comprar una motocicleta.

¿Cuántos jóvenes no despilfarran grandes sumas de dinero en artículos que los definan como 'diferentes', que los posicionen en contra de esta sociedad consumista en la que vivimos? Desde los inicios de la sociedad, han surgido movimientos que van en contra de lo convencionalmente establecido; desde el romanticismo en el siglo XVIII hasta el punk de la década los setenta, pero ¿Cuántos realmente se basan en un ideal político o en un verdadero movimiento artístico? El punk es fácilmente descartable, pues solamente fue una táctica publicitaria ideada por la diseñadora de moda Vivianne Westwood y el grupo de rock The Sex Pistols, para poder vender la estrafalaria propuesta de la modista. 

Así han surgido cientos de movimientos, presuntamente anárquicos, los cuáles resultan ser inteligentes estrategias de mercadotecnia. Dígase emos, hipsters, , hippies; todos han derivado a un consumismo desenfrenado guiado por el incontrolable deseo de la juventud a pertenecer a un grupo, el deseo de poder llamarse a si mismos rebeldes. 

La rebeldía debería ser una reivindicación de la libertad individual, como lo estipulan los sociólogos Joseph Heath y Andrew Potter, no la selección de un convergente ideológico que lo único que provoca es la ruptura de la propia individualidad. 

Podrás tener aprecio por un género de música determinado o gustarte algún  movimiento artístico en específico, pero esto no quiere decir que hay que unirse a la secta o ideología que representan ¡Seamos individuos! Convirtámonos en líderes, no en seguidores. 



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